viernes, 28 de septiembre de 2007

Cómo Vencer la Envidia



Pastor Alejandro Bullón
Evangelista de la División Suramericana de la Iglesia Adventista del 7mo. Día
La niña regresó de la escuela, entró corriendo en la cocina y, agitando una hoja de papel en la mano, le dijo a la mamá: "Mira esta mariposa, es la más linda del mundo y es para ti". Mientras la madre terminaba los detalles del almuerzo, la niña no dejaba de hablar un minuto y quería que la madre viese la mariposa. La señora se secó las manos en un repasador y bajó para observar el dibujo: "Está linda", admitió, más para satisfacer a la hijita que expresando realmente lo que sentía. "¿Dónde aprendiste a hacer este dibujo?" "No fui yo, mami, fue mi amiguita. Ella esla que mejor dibuja en el mundo. Le pedí que me hiciera una mariposa para ti". Después de haber dicho eso, la niña salió al patio a jugar, dejando a la madre sin saber qué decir ni cómo reaccionar.
¿Alguna vez pensaste por qué Jesús dijo que si no somos como niños no entraremos en el reino de los cielos? Los niños son puros en sumanera de reaccionar. ¿Tú y yo seríamos capaces de alegrarnos con el éxito de los demás? Mi pregunta es: ¿Cómo deberíamos reaccionar ante el éxito de los demás? Todos sabemos perfectamente cuál debería ser la respuesta correcta. Todos sabemos lo que Jesús enseñó. Todos sabemos cómo debe reaccionar el cristiano. Pero la pregunta es si, a pesar de todo lo que conozco en la teoría, soy capaz de alegrarme con el éxito de los demás.
La envidia, popularmente llamada "dolor de codo", tiene la propiedad de deformar la realidad y el poder de envenenar el alma. El ser humano, llevado por los celos, ve cosas que no existen y paulatinamente comienza a creer en lo que imagina. Allá en el fondo de su ser sabe que ese sentimiento está equivocado. Entonces, para justificar el sentimiento que no consigue sacar del corazón, generalmente comienza a acusar.
¿Tiene Dios remedio para ese tipo de mal? Claro que tiene, y la respuesta es Cristo. A medida que lo contemplemos diariamente, a medida que meditemos en los rasgos maravillosos de su carácter y convivamos con Él, permitiendo que su Espíritu habite en nosotros, controle voluntariamente nuestras decisiones y santifique nuestra voluntad pecaminosa, cada día, de manera casi imperceptible veremos su carácter reproducido en nuestra vida.
Comenzaremos a sentir como Él, a pensar y a actuar como Él actuaría ante las diferentes circunstancias de la vida.
Hagamos de esta semana, una semana de comunión con Jesús. Salgamos a las luchas de la vida con la seguridad de que Jesús no quedó en casa, sino que será una presencia real y personal a lo largo de todas las circunstancias que esta semana pueda presentarnos.